24 oct 2012
Sanz sana corazones en el Telmex
Era inconfundible. El acento madrileño saludaba ahogado en éxtasis. Era
Alejandro Sanz, el compositor que crea plegarias para aquellas almas que aclaman
la ilusión del primer amor y del primer duelo por un adiós. El escenario del
Auditorio Telmex guardó respeto por Sanz. Lo dejó hacer lo que él quisiera la
noche de ayer: reír, aplaudir, soñar, expresar. El cantante español arrancó con
"Llamando a la mujer acción", "Cómo decir sin andar diciendo" y "Se vende",
temas con los que presentaba su más reciente producción discográfica "La música
no se toca". La velada iniciaba así, con una propuesta que sabe a su carisma de
siempre, pero también a lo nunca escuchado. Sanz habló por los sentimientos de
todos; exploró sensaciones cuando liberó "El alma al aire". El cantante español
recordó las primeras dedicatorias de aquellos 11 mil enamorados que se dieron
cita en el recinto y alguna vez hicieron con "Mi soledad y yo" y "Cuando nadie
me ve"; había de todo: lágrimas de nostalgia, latidos galopantes, gritos de
alabanza que rayaban en la más aguda cursilería de un te amo. El momento crítico
llegó. Era hora de borrar las cicatrices del dolor y el olvido. Sanz convirtió
su voz de terciopelo en un filoso bisturí para sanar el "Corazón partío". No
hubo sangre ni quejas, solo agradecimientos por refrescar el pasado con una oda
hecha clásico. Con fuerzas extraordinarias, el público se puso de pie para
verificar cada nota, cada ritmo, cada palabra. El concierto culminaba con una
operación exitosa con temas que servirán como dosis para el futuro con "No es lo
mismo", "Looking for paradise", "La música no se toca". Y los himnos de todo
aquel impotente: "Amiga mía" y "Si fuera ella".